Por Mariano Martín Bello
La cámara recorre lentamente el espacio, mientras los créditos iniciales aparecen en la pantalla y gradualmente se revela el título de la película: ALIEN
REMOLCADOR ESPACIAL: NOSTROMO
TRIPULACIÓN: SIETE
CARGA: REFINERÍA PROCESADORA 20.000.000 DE TONELADAS DE MINERAL
RUMBO: REGRESO A LA TIERRA
Durante los siguientes segundos vemos el vientre de la nave, en una escena que nos recuerda los primeros segundos de STAR WARS: UNA NUEVA ESPERANZA, en la que la nave de la princesa Leia es perseguida por un destructor estelar de Darth Vader. Pero en Alien, en lugar de un tono épico y majestuoso, las imágenes nos transmiten lo mundano y vulgar de una refinería espacial viajando torpemente por el espacio.
Este tono se complementa con la banda sonora, o la falta de ella. La icónica e inquietante partitura de Jerry Goldsmith solo se reproduce durante los primeros segundos de la película. Pronto, se desvanece, reemplazado por el zumbido monótono del motor de la nave espacial.
En la escena siguiente, la cámara recorre los pasillos lóbregos y aparentemente sin vida de la nave NOSTROMO. El conjunto parece desgastado y maltratado, como si la tecnología y otros objetos del Nostromo se hubieran utilizado y reparado en numerosas ocasiones, en abierto contraste con el resto de las películas de ciencia ficción, donde todo está limpio y pulido. La estrechez de los pasillos, nos transmite una sensación claustrofóbica, de encierro, en la que la tripulación está atrapada a pesar de la inmensidad del espacio.
La escena es silenciosa, excepto por un zumbido suave, pero luego el ordenador cobra vida con gráficos y sonidos mecánicos. El montaje se reparte entre la pantalla del ordenador y los mensajes reflejados en el casco de un traje espacial.
Ver la pantalla reflejada en el casco, tomando decisiones sitúa a la audiencia y a los personajes de la película a merced del ordenador: no sabemos lo que significan las cadenas de código, y los personajes no saben a dónde los está enviando.
Han transcurrido casi cinco minutos de película, y no hay señales de vida humana, pero las largas escenas de la Nostromo demuestras sutilmente que la nave en sí es un personaje importante. De hecho, la nave espacial está poblada por personas, pero no se encuentra bajo su autoridad. Está claro que algo va a pasar, pero nos encontramos atrapados a bordo de la Nostromo durante las próximas dos horas, tan impotentes como Ripley, Dallas, Parker y el resto de tripulantes.
Escena de apertura.
Si la escena inicial de Alien el Octavo Pasajero, es mi favorita, la de Terminator 2, el Juicio Final, se encuentra en las antípodas de la de Alien. Al silencio y quietud, le suceden la acción desbocada y una frenética persecución.
El joven John Connor está en la bolera de un centro comercial cuando Robert Patrick, el T-1000 caracterizado de policía, empieza a preguntar por él. Alertado por su amigo Tim, escapa por un pasillo de servicio, donde se topa con Arnold Schwarznegger, el T-800 de Terminator.
John, reconoce en el T-800 la descripción del robot asesino enviado para terminar con él antes de nacer y escapa de nuevo hasta encontrarse con el T-1000. Atrapado entre las dos máquinas venidas del futuro sólo se oye una palabra pronunciada por el T-800: “Agáchate”. John Connor se gira hacia Arnold Schwarznegger y en ese momento, junto con todo el público, comprende que esa máquina, tiene una intención completamente diferente de la que enfrentó su madre.
Ese segundo de comprensión de que este nuevo T-800 es muy diferente, y compartirlo con el protagonista resulta muy difícil de olvidar. Ese preciso segundo.
El tiroteo siguiente y la persecución que la suceden, sólo viene a confirmar la gran sorpresa de la película y a reafirmar que ahora Arnold Schwarznegger es una gran estrella y no puede volver a ser el villano de Terminator.
Escena de la persecución:



