OSCARS 2015: NIGHTCRAWLER

Si proponemos como nexo para esta serie de post las películas nominadas a los Oscars 2015, puede parecer que comenzar hablando de una película con una sola nominación cuando hay otras que rondan la decena, sea una cosa extraña.

Pero es que además de merecer, a mi entender, alguna nominación más, Nightcrawler es una buena muestra de uno de los dos tipos de cine que se enfrentarán este año en la ceremonia del 22 de febrero.

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En uno de los bandos se alinearían las películas de corte más clásico y que coinciden en ser biopics, como The Imitation Game, The Theory of Everything y Unbroken. En la otra parte encontraríamos propuestas más arriesgadas, como Birdman, Whiplash, Boyhood o ésta de la que hoy hablamos: Nightcrawler.

Lo que más me llama la atención de estas cuatro historias es que aunque podrían haberse contado de una manera sencilla, recurren a diferentes fórmulas para conseguir un efecto nuevo y desmarcarse de ese cine clásico con narrativa más convencional.

En Nightcrawler somos testigos de la bajada a los infiernos del protagonista, donde el personaje da la impresión de encontrarse más cómodo. Desde la escena en que lo conocemos queda claro que sus acciones se rigen por una amoralidad absoluta, pero es al brillar en su nueva profesión cuando lo vemos tomar el control de sus acciones y organizar un plan maestro con el único propósito de lograr sus objetivos a cualquier precio.

El nombre del personaje es Lou Bloom, y la traducción de su apellido (“florecimiento”) nos puede dar una pista de lo que veremos: el desarrollo y crecimiento de una flor que bien podríamos identificar como carnívora por su habilidad para alimentarse de todos aquéllos que se le acercan.

Entre los personajes que caen en sus redes destacan su ayudante Rick (interpretado por Riz Ahmed, que ya brillaba en sus primeras apariciones, como en la serie Dead Set o en la comedia Four Lions) y Nina, la directora del programa al que Lou ofrece sus servicios y que interpreta una recuperada Rene Russo. Tras vagar unos años por películas de medio pelo con papeles intrascendentes, Russo vuelve al cine de primera división con una interpretación llena de fuerza. Dan Gilroy, su marido, dirige la película y supongo que eso habrá ayudado a que Russo se deje llevar y acabe componiendo un personaje lleno de matices en el que se adivinan las “heridas” profesionales producto de muchos años en el negocio.

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Los dos son grandes personajes, pero no hay que engañarse, Lou Bloom es la estrella de la función. Jake Gyllenhaal construye un personaje hipnótico que al terminar la película cuesta olvidar. Con ecos de otros grandes iconos del celuloide como el Travis Brickle de Taxi Driver o, sobre todo, el Frank T.J. Mackey de Magnolia, Gyllenhaal crea un monstruo fascinante que utiliza su falta de conciencia para medrar en el mundo de la televisión y que encuentra en los reportajes de sucesos el escaparate perfecto donde lucir sus habilidades.

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Es fácil reconocer en la verborrea aprendida en cursos online que Lou vomita sin parar, frases y frases que podrían haber salido perfectamente de la boca del personaje que interpreta Tom Cruise en Magnolia, pero mientras éste último dejaba asomar tras su arrogante fachada un interior dañado por los traumas, en Lou no encontramos nada. En los muchos primeros planos de la cinta vemos que detrás de los enormes ojos de Lou sólo hay falta de empatía y una determinación aterradora.

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Podríamos extendernos alabando las diversas virtudes técnicas de la cinta, como su magnífica fotografía, el impecable montaje o su nominado guión, y nos quedaríamos cortos. No es tan acertada, sin embargo, la banda sonora, que aunque tiene tramos excelentes falla en ocasiones con la elección de temas que sugieren un tono distinto al de las imágenes de la pantalla, con el resultado de sacar al espectador de la historia. Podría ser que fuera intencionado, pero no da esa impresión.

Otra virtud a destacar es la absoluta vigencia de las cuestiones que aborda la película y del ambiente que rodea a los protagonistas. Viven en una sociedad golpeada por la crisis, en un mundo en el que los medios de información están muriendo poco a poco y en el que la única manera de retener a la audiencia es ir cada día un paso más allá en el sensacionalismo, en la emisión de imágenes cruentas (eso sí, con un aviso previo que o se dice muy bajito para que nadie lo oiga o se utiliza como reclamo para captar la atención).

NIGHTCRAWLER

Para comprobar que lo que Nightcrawler plantea nos toca muy de cerca, sólo tenemos que encender la televisión y asomarnos a cualquier bloque de noticias: no tardaremos en presenciar un brutal asesinato a sangre fría, un accidente de tráfico mortal o un hombre quemado vivo ante nuestros ojos. Seguro que si miramos atentamente, en alguna de esas imágenes veremos a un Lou Bloom acechando.

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