Ahora que llega septiembre y poco a poco dejamos atrás el verano recuerdo aquella tarde en la que, buceando en el catálogo de Filmin, topé con Tu Dors Nicole y sucedió lo que sucede a veces, que una película encaja perfectamente con el momento en que la ves por primera vez. Yo Nicole, la descubrí una calurosa tarde de verano, cuando entre muchas otras opciones llamó mi atención esta pequeña película canadiense.
Stéphane Lafleur, el director, consigue transmitir perfectamente el lento devenir de un caluroso verano, siguiendo el a menudo ocioso día a día de Nicole, la protagonista.
Nicole es una joven con una edad entre dos aguas. A tanta distancia de la niñez como de la vida adulta, y tan alejada de su pretendido, un amigo de su hermano, como del pretendiente, un chaval al que cuidaba y que ha pegado un salto hacia la adolescencia en algunos aspectos, pero que sigue siendo un niño. Martin, que así se llama el chico, nos depara algunos de los momentos más divertidos cuando corteja a Nicole con reflexiones bastante lúcidas y con una divertida voz adulta que no se corresponde con su infantil presencia.
A lo largo de los 90 minutos veremos a Nicole con la una única meta de viajar a Islandia, donde, como ella misma admite, no espera más que hacer lo mismo que en casa (nada), sólo que en un lugar más bonito. Persiguiendo ese propósito, la protagonista repetirá situaciones como si de un sueño se tratara, chocando una y otra vez con los mismos obstáculos sin que ponga ningún remedio para solucionarlos.
Todo es recorrer un camino hacia ninguna parte, como muestra un diálogo con su amiga, en el que ambas descubren que van sin rumbo, ya que una se limitaba a seguir a la otra. Y observar de reojo los ensayos de la banda de su hermano, un grupo de música rock que incorpora continuamente nuevos miembros para descartarlos poco después, creando una situación de constante reinicio. Y volver a un trabajo que necesita pero que no se esfuerza por mantener. Y repetir los infructuosos paseos nocturnos con los que pretende ganar la batalla al insomnio provocado por el insoportable calor.
No hay más, esto es Tu Dors Nicole: un verano en ese momento en que parece que la vida es para siempre y en el que todo sucede a cámara lenta. En el que no hay prisa para avanzar porque parece que todo acabará llegando. Pero también un verano que se acerca peligrosamente a ese punto de inflexión en el que todo cambia, y que aquí vemos asomar en esos momentos en los que la protagonista ya no es capaz de disfrutar de lo que doce meses antes, para ella, todavía una niña, era suficiente.