THIS IS A ROBBERY!! ANTES DE QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO: EL JODIDO CAMINO HASTA EL INFIERNO

Un poco de sexo para empezar. Una escena de cama entre Philip Seymour Hoffman (Andy) y Marisa Tomei (Gina). Explícita y libre de pasiones románticas. Ambos sorprendidos de lo mucho que han disfrutado. Puede que sean los días de vacaciones que están pasando en Rio, puede que sea la marihuana que se han fumado. “Me gustaría vivir así” dice Andy. “No me siento una mierda cuando estoy aquí” responde Gina.

maxresdefault

Pero como dice el dicho irlandés que da título a la película «Puedes estar en el cielo una media hora completa antes de que el diablo sepa que estás muerto«

La premisa simple: un atraco aparentemente perfecto que sacará a dos hermanos de sus ahogos económicos. Dos hermanos (Andy y Hank) que deciden atracar la joyería de sus padres sin armas porque como las joyas están aseguradas, se supone que no habrá quebrantos para nadie. Un atraco que, al fallar, desencadena una serie de acontecimientos que hundirán física y moralmente a todos los involucrados. Una deriva y una espiral desastrosa que dará al traste con la vida de sus protagonistas.

Alrededor de este robo el director Sidney Lumet urde esta historia de perdedores. Con una trama que va deteniéndose en el triángulo familiar formado por los dos hermanos y el padre, verdadero eje de la película. Y va adoptando diferentes puntos de de vista, de lo que sucede antes y después del día del robo. La trama va creciendo en progresión dramática conforme avanza la historia narrativa. Cada personaje va siendo desnudado en su falta de convicciones, en su desmedida ambición que desemboca en la corrupción inmobiliaria o en la droga, en una ruindad y mentira familiar que todo lo esconde entre las apariencias. Crítica personal y social para una escalada de reproches, para una huida hacia delante o más bien hacia ninguna parte.

before-the-devil-knows-youre-dead1

A partir de un relato que ya hemos visto muchas veces, Lumet se detiene en el retrato psicológico de unos personajes que terminan revelando lo más miserable de su condición y presenta un drama familiar con aires de tragedia griega. Philip Seymour Hoffman (Andy) asume con frialdad y resignación la decadencia en la que va cayendo. “Lo bueno de la contabilidad inmobiliaria es que en una tabla de cálculo al final todo encaja, la suma de todas las partes encaja. Pero en mi vida nada encaja, nada está conectado con el resto, yo no soy la suma de las partes”. Hank (Ethan Hawke) inseguro y siempre a remolque de las circunstancias. Hasta su propia hija le considera un fracasado. Charles, el padre, (Albert Finney), desquiciado y vengativo. Consciente de su propio fracaso y el de su familia. Casi incapaz de un palabra, de un gesto. Que sabe que no ha sido justo con su hijo mayor y que ha disculpado la fragilidad del menor. Y que al final tiene que enfrentarse con el horror de los actos de sus propios hijos.

Hay una escena que marca el principio del fin. El lento y contenido desaguisado que Seymour Hoffman forma en su casa después de que lo abandone Marisa Tomei, el único momento en que las cosas, al fin, se rompen.

thumbnail4

Una obra negrísima. Del negro color del pesimismo. Un retrato de lo peor que esconde la condición humana más normal y cotidiana, una visión de la fuerza arrasadora de la ambición como principal impulso. La derrota sin derrotismo de unos avaros perdedores capaces de vender hasta a su propia madre, de drogarse y emborracharse a altos precios mientras su familia pide dinero. Por eso es tan desesperanzada, tan sórdida, tan pesimista. Lejos de un director que en su momento creyó en las causas imposibles (recordemos por ejemplo “Veredicto final”, 1982)

Hay momentos que se quedan grabados en el espectador. La súplica de Hank a Andy, el encuentro definitivo entre éste y su padre, la primera secuencia de Andy con su mujer, la confrontación padre-hijo en el hospital (“No tenía intención de hacer daño a mi madre. Todo salió mal”). Instantes memorables en los que la fatalidad de los destinos se revela de la manera más desoladora.

En definitiva, nunca se puede ocultar al lobo mucho tiempo, y al final el diablo viene a cobrarse la factura de una apuesta perdida. Pero hemos sido capaces de asumir el reto de disfrutar de hora y media de película antes de que el fin se acerque y los acontecimientos fatales nos arrastren al infierno

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s