Con motivo de la programación de Los Goonies y Reservoir Dogs en el cierre de temporada de Bang Bang me reúno con un representante de cada una de las películas para comentar los detalles de su visita a la ciudad.
Parece que el componente de Los Goonies que tenía que venir se ha retrasado así que arrancamos la entrevista con la sola presencia del Sr. Rosa.
Antes de nada. Tu cara se me hace muy conocida ¿puede ser que estuvieras hace un par de meses por aquí? Creo haberte visto por la bolera que montaron los de Bang Bang.
Sr. Rosa: Ya vale. Todos con la misma historia. No, ese tal Donny es un gilipollas. Y yo me comporto como un profesional. Me he cruzado un par de veces con él y con sus colegas Walter y Lebowski, y sí que tiene un aire a mí, pero en pelele. De hecho, creo que tuvo alguna movida en un aparcamiento y no creo que lo veas más.
¿Entonces es tu primera visita a la ciudad?
Sr. Rosa: No. De hecho es la tercera vez que vengo. La primera visita la hice en el 92 para pegar un palo a una joyería. El delito ya ha prescrito y me he enterado de que ya han cerrado, así que supongo que lo puedo contar. Fue a la joyería Durán. No les hizo gracia porque presumían del sistema de seguridad, así que no salió ni en los periódicos. No me quejaré, ya que en este trabajo cuanto menos llames la atención, mejor.
Ya, pues quizás deberíais replantearos lo de ir tan de traje y corbata…
Sr. Rosa: Vale. ¿Y qué quieres? ¿Que vayamos con txapela y cortavientos? Además, nos dijeron que el trabajo iba a ser en Bilbao y allí van hechos un pincel. Y ojito con las preguntas que me estás empezando a cabrear. Voy a echar una meada.
Cuando el Sr. Rosa entra al baño se acerca Gordi corriendo, vestido con una camisa de flores.
Gordi: ¿Qué hacías hablando con ese delincuente? Os he estado observando desde la esquina un buen rato y estaba tan asustado que no me atrevía a acercarme.
¿¿Conoces al Sr. Rosa??
Gordi: Sí, claro. Está en todos los carteles de “¡¡Se busca!!”. Esta tarde con mis colegas de Los Goonies nos lo hemos cruzado saliendo del casino de Hendaya, a él y a su banda. Todos súper elegantes con americanas y corbatas negras. ¡¡Qué pinta más chunga!! A uno de ellos se le ha abierto la chaqueta y le hemos visto hasta la pistolera. Casi nos cagamos del miedo. Yo he venido para que no te enfadaras con nosotros, pero ellos se han quedado siguiéndoles. Cuando descubran su escondite, se reunirán aquí conmigo.
Había cola, así que supongo que tardara un rato en volver del baño. ¿Puedo hacerte alguna pregunta mientras tanto?
Gordi: No creo que pueda ni pensar. Estoy muy nervioso… ¿Las torrijas del NiNeu son tan buenas como dicen?
La verdad es que sí. ¿Quieres comer una ahora? ¿No dices que estás muerto de miedo?
Gordi: ¡¡Y qué tiene que ver una cosa con la otra!! Venga, pide una y luego me preguntas, que no tenemos tiempo que perder.
Hecho: ¡camarero, una torrija por favor! Bueno Gordi, ¿qué hacíais por Hendaya?
Gordi: Lo de siempre. En un mercadillo de Portland encontramos un mapa de un tesoro que escondió Willy “El tuerto” antes de acabar encerrado en la cueva de nuestro pueblo de Oregon. Al leer Astoria creímos que este botín estaba también oculto allí, pero luego supimos que en San Sebastián hubo unos famosos cines que se llamaban así y pensamos que algún explorador había identificado la zona y anotado los lugares que había reconocido. Una vez en Donostia fuimos siguiendo la costa hacia el este, como marcaba el mapa, y cuando llegamos a Hendaya estuvimos súper seguros de que era el sitio que buscábamos. La equis aparecía clara dibujada al final de la playa. Eso sí, una vez en la arena a mi amigo Bocazas le brillaban los ojos, pero no por el tesoro, (susurrando): la gente estaba desnuda.
Ya, vale, pero, ¿por qué tenéis tan claro que es allí?
Gordi: Willy era un golfo y no podía evitarlo. En cuanto veía un par de rocas con forma de… ¿puedo decir tetas? Es que Spielberg no nos dejaba decir tacos.
Sí, puedes decirlo.
Gordi: Vale. Pues donde había “montículos” metía el barco.
¿Y qué hacia Willy “El tuerto” por aquí? Esto está muy lejos del Océano Pacifico.
Gordi: Creo que vino a reparar su barco o algo así. Esta ciudad tenía fama de construir todo tipo de navíos desde los tiempos de los balleneros. Aunque por lo que hemos leído, ya no se os da tan bien… ¿Cómo va lo de la Nao San Juan?
¿Pero es que todos los que venís tenéis que tocar las narices con el 2016…?
Gordi: ¡¡Ya está la torrija!!
El Sr. Rosa vuelve del baño.
Sr. Rosa: ¿Quién coño es este niño gordo? ¿Y qué hace con la boca llena de comida?
Es un invitado de Bang Bang, igual que tú. ¿Te parece mal?
Sr. Rosa: No, pero espero que no tenga que pagar yo lo que zampe el chaval.
No, tranquilo, nosotros pagamos la cuenta. Basta con que dejéis la propina.
Gordi: (Temblando mientras mira de reojo al Sr. Rosa) Yo soy un niño, no llevo dinero.
Sr. Rosa: ¿Qué es esto? ¿Cachondeo? No creo en las propinas. Y no es la primera vez que lo digo. Mejor nos vamos, creo haber oído sirenas.
Sólo una cosa más, Sr. Rosa. Has comentado que ya habías estado aquí dos veces ¿Cuándo fue la segunda visita?
Sr. Rosa: En el 2011, para un trabajo que nos encargó Rebor en el Zinemaldi. Pero lo de esa vez todavía no ha prescrito. Así que mejor me callo.
Para cuando se gira el Sr. Rosa Gordi ya ha salido corriendo con el plato en la mano. Espero que cuando coincidan el sábado en la sesión, el Sr. Rosa y su banda no hayan descubierto que Los Goonies andan tras ellos. La noche podría acabar a tiros y no tengo claro que Sloth esté en la ciudad para defender a los chavales.