“Tienes dos maneras de hacer las cosas, la mía… ¡O la puta calle!”
Esta frase pertenece a uno de las mejores secuencias, en mi opinión, de Reservoir Dogs, dirigida por Quentin Tarantino en 1992. Toda la banda sentada como alumnos aplicados en una clase, escuchando cómo Lawrence Tierney va repartiendo instrucciones y asignando papeles. El asunto es que la frase citada podría definir perfectamente la manera personal en que Tarantino ha construido esta película y creado un estilo reconocible. Un estilo que aporta una serie de particularidades que serán constantes a lo largos de su filmografía.
¿Cine clásico o Serie Z?
Muchas de las ideas argumentales de esta película podemos encontrarlas en el cine clásico. Quién no ha visto escenas de preparación de atracos. O el tema del infiltrado. O el momento final con ese tiroteo en el que todo el mundo dispara a todo el mundo. Las referencias a “Atraco pefecto” de Stanley Kubrick (1956) o “La jungla de asfalto” de John Huston (1950) son evidentes. Incluso el homenaje al “Grupo Salvaje” de Sam Peckinpah (1969) en el desfile de la banda caminando al ritmo de “Little green bag” en los títulos de crédito.
Pero Tarantino mezcla las referencias al cine clásico con el cine de serie Z, el mundo del cómic, o la cultura pop, en fin, todo lo que durante años ha digerido ese cerebro digno de un buen psiquiatra. No plantea nada que no se haya visto antes, pero lo hace de manera original, tan original que crea un estilo propio, tan personal que creó escuela, para lo bueno y para lo malo.
¿Moral? ¿Qué moral?
Reservoir Dogs fue impactante en su estreno en Sundance. Y es una película difícil de ver. Mantiene al espectador en una tensión constante porque, además de los momentos de violencia, a lo largo de casi toda la película estamos en una continua sensación de que algo va a explotar en cualquier momento. Desde la discusión inicial sobre las propinas, hasta la propia escena del reparto de papeles, pasando por las constantes discusiones a lo largo del metraje en las que subyace una gran violencia contenida.
La película fue atacada con acusaciones de violencia gratuita. Se habló de una violencia explícita carente de moral. ¿Cierto?. Creo que cuando menos discutible.
Por una parte porque no se recrea visualmente en las escenas violentas. Por otra parte porque se proponen diferentes juegos morales en la película. Algunos ejemplos. En la escena más dura, Michael Madsen cortando la oreja del policía, la cámara se retira a un lado para hacerla un poco menos insoportable. En el momento en el que el mismo Madsen va a quemar al policía, el público se alivia y se identifica con Tim Roth acabando a tiros con esa tensión y matando al señor Rubio. O incluso el final, con Harvey Keitel agarrando / acariciando la cabeza de Tim Roth cuando este le confiesa que es policía (una escena que recuerda, por cierto, al final de “Duelo al Sol”, y que acaba al tiempo que la misma película, con un excelente fuera de plano).
Incluso el propio argumento plantea su pequeño retrato sobre la condición humana, con una serie de tipos que no se conocen de nada, entre los que surge el fantasma de la desconfianza que se traduce en traición entre unos y valor entre otros. Porque el tema de la lealtad y la traición atraviesa la película. Un psicópata como el señor Rubio es el más leal porque se ha pasado cuatro años en la cárcel sin delatar a nadie. O el personaje más “amable”, el señor Blanco, protegiendo a señor Naranja se está columpiando del todo, ya que este en un poli encubierto.
¿Dilemas morales? ¿Podría ser?
¿Verborrea?
Una de las características fundamentales del cine de Tarantino, y por supuesto de Reservoir Dogs, son los diálogos. El director tiene un talento inigualable para hacer buenos diálogos con argumentos descerebrados, en los que los personajes hablan de auténticas estupideces, como el verdadero sentido de “Like a Virgin” o el negarse a dar propinas (“sólo me llenó la taza tres veces. Yo quiero que me la llene seis veces !!!”), pasando por humores negros (“¿Tú mataste al guien? / Unos pocos policías / ¿No a gente de verdad? / Sólo unos cuantos policías”).
Diálogos que también se suman al estilo provocador del director. Y en boca de unos personajes que no paran de hablar en todo el metraje, de insultarse, enfadarse, golpearse y, finalmente, matarse. Y situaciones que van a ser una marca de la casa recurrente en sus siguientes películas. Ahí están guiños como que el verdadero nombre del señor Rubio es Vic Vega (el Vincent Vega de Pulp Fiction) o las alusiones a Pam Grier que luego será Jackie Brown.
Este es el cine personal de Tarantino. Puede gustar o no. No hay discusión posible acerca de su capacidad visual y estética (como ejemplo ese comienzo en travellings circulares durante el desayuno en el inicio de la película). Podemos poner en tela de juicio si creó algo realmente original con Reservoir Dogs, si creó una especie de “cine Frankesntein” hecho de retales de aquí y de allá: Pero es innegable que aquí nació un estilo que luego ha sido copiado con muy diferentes resultados.
Una película con violencia pero sin demasiada acción, una puesta en escena cuidadísima, una estructura original, grandes diálogos, y una banda sonora contundente. Si a todo esto añadimos que está dirigida por un tipo que ha conseguido que tanta gente conozca la diferencia entre la hamburguesa “royale con queso” y el “cuarto de libra” merece una atención especial.
Y dicho esto, la cita es este próximo sábado en El Principal. Así que
“¿vas a ladrar todo el día perrito, o vas a morder?”