ZINEMALDIA 2015 NUEVOS DIRECTORES: AFTER EDEN

After+Eden+(2015)

Uno entra a la sección “Nuevos directores” del Zinemaldia con una mezcla de prevención y curiosidad. Pocas cosas resultan más satisfactorias para el espectador festivalero que descubrir una interesante obra primeriza. Pero uno sabe también que el riesgo de ver una película floja es grande. Por desgracia éste es el caso de After Eden, primer largometraje de Hans Christian Berger, que además de la realización firma también el guión.

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La verdad es no sabemos muy bien qué se propone la película, pero al parecer quiere ser un retrato sobre la vaciedad voyeur del porno en la era de internet. La protagonista de After Eden, Eve (muy bien interpretada por la actriz porno Alyssa Reece, nombre artístico de Tanya Pankov, claramente lo mejor de la película), es una joven que quiere abrirse camino en el porno. La película comienza con una larga escena en la que Eve tiene una entrevista con un productor de cine X. La mezcla en esta escena del naturalismo documental en la realización (la vemos desde el punto de vista de la cámara que el productor pone en marcha para grabar el casting) y el compendio de los tópicos erótico-sexuales de la pornografía más convencional, bien retratados por el guión y la interpretación, la convierten en el único atractivo de After Eden. De hecho, esta secuencia podría haber sido un corto interesante, y hasta cabe pensar que la película nace más bien del intento de estirar este corto o idea embrionaria, sin acertar en absoluto a desarrollarla en ninguna dirección. La película cae a partir de ahí en una reiteración de estilo y temas que no añade nada, salvo grandes dosis de tedio y parálisis disfrazadas de non fiction. Así, por ejemplo, la siguiente escena, una repetición casi punto por punto de la secuencia de la entrevista que abre la película, es una declaración de total impotencia narrativa.

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La película tiene un tercer bloque, de cierre, que resulta igualmente decepcionante y reiterativo. El otro personaje principal de la cinta es un joven admirador de la cada vez más consolidada pornostar (algunos momentos de la vida cotidiana de Eve, que vemos aquí y allá, se cuentan también entre los escasos méritos de After Eden, y apuntan a una línea que hubiera sido interesante desarrollar), un fan obsesionado que la graba furtivamente con su videocámara. La última escena de la película ahonda en su redundancia estructural al reunir al admirador, que usa el pseudónimo Adán, y su musa porno Eve en una habitación de hotel, previo pago de una elevada suma por aquél. La realización vuelve a adoptar el punto de vista subjetivo de la videocámara, en este caso la que utiliza Adán para grabar el encuentro. Tras el aburrimiento de los minutos anteriores el espectador espera que al menos esta escena tenga algo de fuerza y proporcione ciertas claves, pero nada de esto sucede. La misma inanidad, el mismo repertorio de tópicos, la misma banalidad que no consigue proyectarse hacia ninguna idea o revelación.

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Creo que precisamente ésta es la clave del naufragio de la película: intuimos que la intención del director es darnos su versión de la incomunicación, la objetualización de la mujer y la banalidad sexual y emocional de un mundo ultravisual y (por decirlo con sus palabras) post-edénico, es decir, sin inocencia ni plenitud y, por eso mismo, abocado a la impostura y la soledad. Si After Eden es una película fallida no es tanto por el punto naif de esta perspectiva moral, sino porque no consigue darle cuerpo en un relato con una mínima energía o desarrollo, más allá de gastados clichés que, además, simulan cierta trascendencia. El resultado nos deja totalmente fríos en la butaca.

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