Un bosque otoñal con un suelo cubierto de hojas, grandes árboles que casi apuntalan un cielo nublado y gris. Un hombre de rodillas en actitud suplicante. Otro de pie, con un abrigo y un sombrero negros, apuntándole con una pistola. Es el cartel que anuncia Miller´s crossing.
A mediados de los años 90 yo trabajaba en un centro cultural de la ciudad, donde proyectábamos ciclos de cine. Por la pantalla pasaron títulos como Reservoir Dogs; Homicidio; Uno de los nuestros y, por supuesto, Muerte entre la Flores. Un compañero tuvo el detalle de recoger el cartel anunciador de la película, enmarcarlo y regalármelo. Desde entonces este cartel me ha acompañado por todas las oficinas en las que he trabajado, y han sido unas cuantas.
“Eres tan poderoso como yo te permito que seas”
Para un fan de la literatura y el cine negro como yo, es una referencia obligada una película que recrea al detalle ese mundo de clubes de la época, sombreros, palizas, policías e instituciones al servicio de mafiosos. Los Coen atrapan todos estos elementos y los pasan por su personal tamiz donde el surrealismo convive con escenas muy violentas provocando ese desconcierto marca de la casa.
Una película donde se homenajea sin complejos al Dashiel Hammett de La llave de cristal (también el ambiente de caos de Cosecha roja). Tiene el aliento de las viejas historias de gangsters, con diálogos precisos y literarios, que no cesan ni entre los tiroteos, y que definen a los personajes principales (“No pienses. Podrías hacerte daño” dice el protagonista al matón de turno). Todo va en la línea del detective privado taciturno que no para de recibir palizas sin perder la media sonrisa escéptica. Con discursos lacónicos que recuerdan a Bogart en “El halcón maltés” o cualquier otra película del género de Huston y Hawks. Sin olvidarnos de la femme fatale, Verna (“Tienes corazón Tom, aunque pequeño. Pero no recuerdas cuando lo usaste por última vez”).
“La amistad es un estado mental”
Durante casi dos horas asistimos a toda una reflexión sobre el carácter y la amistad cuando se enfrentan a situaciones límite de conflictos de intereses y violencia. Así comienza la película con la presentación de las dos partes contrapuestas, un ambicioso Johnny Caspar (Jon Polito) y Leo (Albert Finney), un arrogante gangster que domina la ciudad. Y luego está Tom, ayudante, consejero, y sobre todo amigo de Leo. Tom es uno de los grandes personajes que han escrito los Cohen en su filmografía, un antihéroe sobrio, papel que borda Gabriel Byrne. Además de la amistad, Leo y Tom tienen algo más en común: ambos están enamorados de la misma mujer, Verna Bernbaum. Para complicar las cosas Verna es la pareja de Leo y amante de Tom. El hermano de ella, Bernie (JohnTurturro), es un estafador protegido por el propio Leo al que Johnny Caspar, el otro mafioso de la ciudad, quiere ver muerto.
Este es el escenario donde los sentimientos pueden mandarte a la tumba. Y por aquí nos lleva la historia, siguiendo a Tom que intenta ayudar a quienes quiere, aunque para ello tenga que recibir varias palizas físicas y verbales (“Nunca he conocido a nadie que sintiera orgullo por ser un hijo de puta. Aunque algún día pagarás por ello” dice Verna).
Si algo vamos adivinando en el transcurso de la película es lo que queda claro en la fabulosa escena entre Tom y Verna en el portal de éste: Tom nunca quiso a Verna y sí a Leo. Y es por ese amor fraternal por el que va tomando las decisiones que toma y por lo que casi sacrifica su vida antes de darse cuenta de lo poco que hubiera valido tal decisión.
«Mira en tu corazón»
Otro de los grandes momentos de la película es la fantástica escena en el bosque con Bernie (un magnífico Turturro) implorando por su vida. Es una escena llena de lirismo. El impávido Reagan (Byrne) que oculta sus sentimientos bajo el ala de su sombrero mientras el gimoteante Bernie Bernbaum va delante de él hablando sin parar intentando hacerle cambiar de opinión y salvar su vida. Este paseo más tarde nos llevará, en un giro argumental, al nuevo encuentro de Tom y Bernie.
El bosque que tiene un protagonismo especial. Es el lugar donde Tom ha de matar a Bernie, el hermano de su amada Verna, para ganarse la confianza de Johnny Caspar. Este bosque es también donde Tom, junto con los lacayos de Caspar, debe encontrar el cadáver. Y el lugar donde Tom y Leo se despiden. Esta arboleda es el espacio donde los destinos se cruzan o se truncan.
La fotografía es otra de las piezas fundamentales de los Coen. El que fuera director de fotografía en ésta y sus dos anteriores películas, Sangre fácil y Arizona Baby, Barry Sonnenfield, que posteriormente dejó de colaborar con ellos para comenzar su carrera como director, se basa en destacadas películas del cine negro para darle al film una elaborada estética que combina los tonos apagados en las escenas de día con la oscuridad de la noche.
Y todo está envuelto en la banda sonora a cargo de Carter Burwell, compositor de casi todas películas de los Coen. La música es espléndida y aunque aparece en algunas escenas muy concretas de la película, las engrandece.
En resumen, Muerte entre la Flores es una reinvención y un homenaje al cine de gangsters que transita entre el cine clásico y elementos más cercanos a lo contemporáneo. La combinación de ambas visiones crea una obra hipnótica, desde el fantástico comienzo con el primer plano de Jon Polito como Johnny Caspar (“Estoy hablando de amistad. Estoy hablando de carácter. Estoy hablando –vamos Leo, no me importa llamarlo por su nombre— estoy hablado de ética») hasta su final, donde la cámara se acerca revelando despacio la mirada de Gabriel Byrne, en la piel de Tom Reagan, bajo el ala de ese sombrero soñado que él se niega a perder.